jueves, 15 de octubre de 2009

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Desde mi ventana le veo todos los días. Cada poco sale a la pequeña terraza a fumarse un cigarrillo, no sin antes coger un cenicero pudiendo fácilmente echar la ceniza a la calle. Se pasa allí muchas horas.


Alto y bien vestido. Me fijo en sus manos, las muñecas siempre dobladas, eso no le impide ser él. Mira a la gente que pasa, no acierto desde aquí a verle los ojos, pero la distancia me permite imaginarlos.

Tiene un algo especial. No sé la edad pero ya ha pasado gran parte de su vida. Me puedo permito imaginar, habrá sido? Habrá tenido?…… eso no me importa. Él ES.

Ahí está de nuevo!, su alta silueta destaca entre la pasividad de la fachada.

¿Puede alguien sentir cercano a  quien no conoce? Yo sí. Quisiera ir a verle, escuchar sus historias, sus recuerdos, la mella que el paso del tiempo ha hecho en él.

Nunca sale a la calle, quizás su cuerpo ya no se lo permita.

No come ni cena con los demás, cena en la cocina con las enfermeras, sí, vive en una residencia de ancianos. Ellas le miman, están atentas a sus mínimos movimientos.

En la otra esquina del piso está el salón, grande y luminoso, donde siempre hay más personas. En verano, salen a otra terracita a que les de el sol, unos llevan gorra, otros el pañuelo en la cabeza, otros el gorrito de papel de periódico, como aquél que nos poníamos de pequeños imitando a Napoleón.

Siempre he tenido un sentimiento especial ( no necesariamente de pena o compasión) hacia las personas mayores, no he compartido mucho tiempo con mis abuelos en la infancia, es algo que me he perdido y hasta he envidiado a los que sí pudieron hacerlo.

Me gustaría verle reír, y sé, desde la distancia, que le veré reír. Muchos llegaremos a “ser mayores”, no es un castigo, es la vida.

2 comentarios:

Como te lo digo dijo...

Es un castigo de la vida...

Me ha pasa como a ti. Adoro a los mayores. Son un saco sin fondo de vivencias, historietas, experiencia y sabiduria. Aunque tampoco disfruté de mis abuelos. Me despiertan un gran instinto maternal de porteccion, que es superado por los niños deficientes. Los adoro =) aunque por desgracia no estan hechos para este mundo tan cruel...

Gracias por pasarte. Espero que pronto le veas sonreir.

Muaaaaaaaaaaaacks

Mareas dijo...

Hermoso relato, hermoso. Los niños y los ancianos merecen el más puro amor que los cobije.
Me ha impactado la nobleza de tus sentimientos, más allá de la pulcritud y la prolijidad de tu escrito que sobresale por su impecable aspecto.
Te confieso que estuve en tu otro blog y no pude dejarte comentario lamentablemente.
Por lo que se aprecia, sos una persona de un gran corazón y por lo tanto no me voy a ir sin invitarte.


Soy moderadora del portal literario Mareas del alma:
http//mareasdelalma.foroactivo.com

Somos un grupo de poetas reunidos en torno a un
denominador común: el amor a la poesía y desde allí la invitación.

Sería realmente un honor para todos nosotros contar con un
escritor con tu sensibilidad dentro de nuestro núcleo, para enriquecernos,
aprender y soñar en un ambiente de amistad y armonía.

Podrás utilizar el espacio para publicitar tu blog con otros poetas
sin otro fin que el de compartir un momento agradable,
que conozcan el fruto de tu inspiración y sentir ese placer de la
compañía de un par que también siente y ama la poesía.

Mil disculpas por la molestia, ojalá pueda encontrarte allí, ojalá pues sería hermoso compartir el espacio y tener la posibilidad de conocer un ser tan sensible como vos.

Un besito y gracias por el tiempo que me has dispensado.

Denn